Restauración Ecológica de Ríos en España I: visión general

La restauración ecológica consiste en la recuperación por parte del hombre de un ecosistema que ha sido degradado por las actividades humanas y que por si solo no podría volver a su estado original. Con ello se recupera la estructura y funcionalidad del mismo, permitiendo su autosostenimiento. Los ríos han sido y son de forma sistemática alterados por el hombre: vertidos, regulación de caudales, introducción de especies exóticas, eliminación de la vegetación de ribera, etc. producen una pérdida de sus valores ecológicos. Recientemente se ha publicado un artículo que hace una magnífica revisión sobre la situación en España de la restauración fluvial. Sus autores (González del Tánago M y colaboradores) repasan los principales proyectos de restauración que se han llevado a cabo en España, la mayoría de ellos centrados en la mejora de la vegetación de ribera, la eliminación de azudes y pequeñas presas, y la instalación de pasos para peces. Sin embargo una de las principales presiones que sufren los ríos españoles, la lateración de los regímenes hidrológicos, no se han tratado con tanto interés en estas restauraciones. La gran presión social para que se mantenga la regulación de caudales (para consumo agrícola principalmente, que supone un 80% de la demanda de agua) hace que este tema no se trate con la atención adecuada por las autoridades. La cifra de 200.000 ha de superficie para regadio que se ha desarrollado en España en el periodo de 1987 a 2000 y la construcción de más de 1000 grandes presas antes de 1990 denotan el poco interés por solucionar un grave problema para nuestros ríos. La regulación de caudales causa graves impactos sobre las comunidades riparias y fluviales, además fomenta el establecimeinto de especies exóticas y los procesos de eutrofización de las aguas. A ello hay que sumar las demandas de agua para actividades de crecimiento urbanístico desproporcionado (campos de golf incluidos) ha aumentado el problema en el sur de España. A todo esto hay que incluir el problema de la estacionalidad del clima mediterráneo, que hace que el caudal de muchos ríos mediterráneos durante el verano provenga en gran parte de los efluentes de las estaciones depuradoras de aguas residuales urbanas e industriales. Esto ocasiona que la calidad del agua durante esos meses sea de paupérrima calidad en muchos ríos de nuestro país. Por tanto, si queremos tener unos ecosistema fluviales con una calidad ecológica aceptable (cosa a la que la legislación europea nos obliga) tendremos que plantearnos que los ríos no son tuberias para llevar agua de un lado a otro, y priorizar lo que es realmente necesario de lo que puede se absolutamente prescindible en el uso del agua. En una futura entrada os hablare del tema de las presas y su influencia en la calidad de los ríos.

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